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Colombófilos de Primera y de Segunda



Para muchos, la respuesta simple y rápida a mi enunciado sería: la calidad de las palomas y la mano del colombófilo. Eso es lo que separa a los buenos, de los malos.


Soy un ferviente defensor del primer requisito. En el segundo, podemos tener un largo debate.


Hoy quiero reflexionar en voz alta sobre una justificación para unos, obviedad para otros y explicación para el resto.


Comenzaré diciendo que yo me encuadro en los colombófilos de segunda, pero con aspiraciones de algún día ascender a primera.

Y es que creo que por encima de la calidad, salud y número de palomas enviadas; por encima del palomar correctamente diseñado, dimensionado, ventilado, orientado y ubicado. Y por encima de los conocimientos teóricos que, unos más que otros, pero todos poseemos, está para mí el ingrediente principal del éxito en colombofilia:  el TIEMPO.





El que lo tiene, no le da tanta importancia. Y los que adolecemos del mismo, seguramente lo sobredimensionamos. En el medio, como siempre, estará la realidad.

Lo que es seguro es que para obtener algún resultado, las palomas necesitan que estemos en el lugar adecuado, en el momento preciso, especialmente en ambientes donde la soñada libertad total que de una manera sencilla y natural permite que ellas solas se pongan en forma yendo y viniendo al palomar placenteramente sin sobresaltos, es una utopía.


El lugar es: el palomar. El momento es: ahora.


Y es que este mes de Abril, con el inicio de la campaña a la vuelta de la esquina,  para mí se torna crucial. Hay que hilar muy fino para que la llegada del celo no desbarate lo conseguido en lo físico los meses previos en los que hacerlas volar es relativamente sencillo y para que el retorno a las armas de la hembra del peregrino, ya con pollos en los nidos, no las desgaste demasiado en lo psíquico, ni rompa demasiadas parejas tan importantes para los que vamos al natural.


Disponer de tiempo para controlar estos dos factores así como para limpiar el palomar y entrenarlas por carretera se me antoja imprescindible para obtener unos resultados acordes a mi dedicación mental. El problema es que el peaje de transformar pensamientos en resultados tiene un coste elevado en términos del dichoso tiempo.


Muchos de vosotros estaréis diciendo: “pues aplícate el cuento; mientras escribes estas líneas podrías estar en el palomar haciendo todo lo que dices”. Estáis en lo cierto, pero se da la circunstancia de que en la preparación de este año justo ahora mis palomas están en su primera puesta y la experiencia me dice que mientras las hembras ponen o los machos persiguen, mejor cerradas.


Porque sino, lo que empieza así…


En esta fase son muy vulnerables al nivel actual de presión rapaz que tenemos por aquí. Prefiero perderme sus vuelos nupciales haciendo la V o palmeando, que no perder efectivos que más adelante serán necesarios para cubrir las bajas que la inapelable criba de la cesta irá dejando. 


…termina aquí.
Por tanto, cuando hablamos de los resultados de un campeón, hemos de conocer su dedicación en estos términos. No le restan méritos, pero yo los relativizo siempre en relación al tiempo del que dispone y emplea en el palomar.


Está claro que si nos ponemos extremistas, yo jamás podría triunfar con las palomas pues por la mala ubicación en relación a la mayoría de los competidores, mejorable localización del palomar dentro de mi zona, reducidas dimensiones del mismo y por tanto con bajo número de efectivos a medio seleccionar, así como falta de tiempo para entrenarlas en los momentos claves, no tengo nada que hacer. Por ello, actualmente, doy tanta importancia a la calidad de la paloma que es la única que por aquello de que: las palomas extraordinarias nacen, no se hacen, puede compensar mis carencias. 

Es más, si algún día dispusiese del ansiado tiempo, creo que sería incapaz de dedicarlo en cuerpo y alma a las palomas porque por donde vivo sé que a igual esfuerzo que un palomar puntero del centro de la región, mis resultados no pasarían de ser mediocres. El desgaste psicológico para mí sería tan alto, que me frustaría al no obtener una recompensa proporcional a mi dedicación. Soy incorformista por naturaleza. Lo sé.


Terminaré diciendo que cuando merced a disponer, entre otros ingredientes, del manido tiempo uno cata el éxito en colombofilia, todo es más fácil. Uno sabe qué debe hacer. Qué teclas tocar para que suene la melodía. Poco a poco va simplificando sin perder de vista los aspectos clave que le han dado el éxito y que conoce. Ese para mí es el único secreto que puede tener esto de las palomas, más allá del azar de la reproducción del que ya he hablado o el enigma de la orientación que espero jamás sea descifrado para mantener la magia y la ilusión que hacen grande a este deporte. Quizás secreto no sea la palabra adecuada pero tengo claro que llegar a descubrir esa valiosa información que conduce al éxito exige que algún día ganemos y sepamos por qué lo hemos conseguido. Así, cada uno conocerá qué debe hacer para estar arriba en su situación personal y geográfica pues como ha quedado demostrado no hay dos palomares iguales.


Espero no haberos aburrido con este alegato sobre la importancia del tiempo en colombofilia.

¡Nos vemos en el aire!
palomarmofrechu@yahoo.es