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Involucionando






Fiel a mi carácter nostálgico y al tópico de que todo tiempo pasado fue mejor, este año he puesto en práctica algo que me funcionó bastante bien allá por el 2012. 


Por aquel entonces aún no sabía lo que era controlar una paloma de gran fondo al reloj hasta que una concatenación de fatalidades y despropósitos en la pretemporada  me llevó de forma fortuita a una aproximación muy conservadora en lo que a la preparación de las palomas se refiere: pocos entrenos por carretera y pocas veces a la cesta en campaña. Así, enviaba palomas que algunos llaman saltadas y yo llamo descansadas. Hay que tener en cuenta que mis sueltas conjuntas con el resto de colombófilos asturianos que van desde entrenos de 80 km a medios fondos de 350 km, en vez de ser un rodaje suponen un látigo constante que hace que las palomas pasen muchas horas fuera del palomar debido al arrastre: volando o escondidas de las rapaces en su retorno en solitario, pero tiempo fuera del palomar al fin y al cabo. Todo ello supone un desgaste adicional que no sufren las de aquellos que por circunstancias de ubicación reciben la mayoría de sus animales en tiempos razonables de vuelo acordes con las distancias fijadas. Es por ello que este enfoque pausado cobra sentido en estas latitudes y resulta aberrante en las zonas donde no se sobrevive, sino que se compite.

Si bien todo lo anterior iba aliñado con una pizca de motivación al nido - escasa por los desajustes en las puestas debido a los pocos efectivos disponibles-, nos faltaría aún el ingrediente principal: haber criado alguna paloma especial. 


Para adaptarse a este sistema rústico es necesario criar palomas de mucha calidad capaces de resistir cada uno de los latigazos que supone salir de las cestas blanquiazules rumbo a casa en cada concurso. Sólo disponiendo del ingrediente fundamental podremos cocinar una buena campaña como aquella que recordaré siempre por ser la que mejor sabor de boca me dejó al desvirgarme comprobando del gran fondo. 


Uno busca superarse y para ello es necesario corregir errores que por inevitables e imprescindibles, siempre deben ser subsanados en la medida de lo posible. Así, los 4 años siguientes busqué hacer modificaciones en la preparación tratando de mejorar en seguridad y velocidad: recibir más palomas y más rápido. Me obcequé con romper el arrastre que experimentamos aquí en los concursos iniciales y así les dí mucha carretera en pretemporada. Por otro lado me llené de palomas aumentando la reproducción en busca de anillar al ansiado crack. Pero me topé con 2 muros: el espacio disponible y el ambiente que me rodea. Dispongo de un pequeño palomar de vuelo con capacidad máxima para 60 palomas y la superpoblación, aunque comedida, no fue buena compañera de viaje. Tampoco lo fueron las rapaces y el aislamiento en el que nos ha tocado nacer. La solución, por tanto,  no pasaba por criar más, censar más o motivar más. No en mi caso, con mi tiempo limitado y situación desfavorecida.


Tras varias embestidas infructuosas y con la estocada final del Lo que pudo ser y no fue del pasado año, claudiqué.


Apelando al Espíritu del 2012, comencé anillando menos pichones, para luego exponerlos menos a la presión rapaz durante 4 largos meses que se me hicieron eternos. Cometí el error de cerrar pichones tardíos durante el invierno que apenas habían salido a volar alrededor del palomar antes de su clausura. Comprobé que por el mero hecho de escuchar/ver las rapaces desde el interior del palomar/ jaulón respectivamente, en Febrero, al abrirlas, no querían volar o lo hacían con mucho miedo. Muchas fueron irrecuperables y cayeron en sus primeros vuelos por el palomar. Otras se perdieron en entrenamientos muy cortos que les hice para que se despojaran del miedo. El plantel de tardíos se fue así al garete a las primeras de cambio, no sin antes dejar una grave secuela: al salir directamente del palomar a un roble que tengo enfrente del mismo desde donde contemplaban atemorizadas los vuelos de entrenamiento de sus compañeras y hacer pequeñas incursiones en el bando para descolgarse a los pocos minutos, sirvieron de reclamo para que una vieja hembra de azor se aviniera a comer el menú a diario durante las semanas claves previas a la campaña. Pero por aquello de que no hay mal que por bien no venga, al reducirse notablemente el número de efectivos, las palomas estaban muy bien de salud y aguantaron el tirón. El palomar tenía espacio para el doble de las supervivientes. El menos es más, se impuso de nuevo.


El siguiente peldaño fueron los entrenamientos particulares y con otros colombófilos de la zona. De nuevo los abordé con cautela: pocos y cortos. El más lejano fueron 40 km que para algunas se convirtieron en 400 por las horas que pasaron fuera del palomar ese día.


A nivel emocional, yo también decidí rebajar el listón de mis expectativas y a pesar de no poder dar rienda suelta a lo que nos pide el cuerpo tras un largo año de espera en los primeros compases que es donde “el mono” es más fuerte, siempre confié en que daría resultados al final de la temporada. Sacrifiqué el participar en 7 de las 10 sueltas regionales (entrenos y concursos oficiales) en pos de preparar las palomas para la traca final: fondo y gran fondo.


Tras perder la mitad del ya de por sí pequeño equipo en la suelta de velocidad, las puse en postura corta, pues las fechas de los concursos no daban para más. Envié 6 a fondo controlando 2 al reloj: una en el día y otra al medio día del segundo día de concurso. Las 2 llevaban la misma preparación para el fondo y el gran fondo: misma alimentación, mismas horas de vuelo diario y mismos días de postura: 7. 


Y… ¡voilà! A las 20.21 horas del segundo día de concurso, sólo habiendo 3 palomas comprobadas en Asturias, esta pequeña hembra, bautizada como Turbina en honor de un pico de montaña cercano con preciosas vistas al Mar Cantábrico llegó para ser 4ª regional desde 780 km (palomar con mayor distancia de Asturias) en una suelta catastrófica donde sólo se comprobaron 13 de las 350 palomas enviadas durante los 4 días de concurso: 3,7%. El viento de nordeste durante toda la ruta convirtió la prueba en una auténtica guillotina.




  Turbina recién llegada de 780 km


Turbina es una hembra del 2015 que en 2016 había hecho todos los entrenamientos particulares que les dí: más de 1000 km por Asturias y León. También los entrenos regionales y la primera suelta de velocidad. En su currículum oficial de cara al gran público: “sólo”  un 230 km en el montón: 840 Reg. con 6h25min de vuelo. Luego, debido a que tiró la décima, la paré. Este año, decidí dar a las adultas sólo un entrenamiento antes de la suelta de 230 km. Fueron 40 km más de un mes antes del primer concurso oficial. Luego fue enviada a: 230 km, 530 km y 780 km quedando clasificada en los puestos 1778, 160 y 4 regional, respectivamente. En definitiva sólo 4 veces a la cesta este año y 5ª As paloma regional de Fondo y Gran Fondo. Para mí esta campaña ha sido un éxito rotundo y la paloma es una superclase. Ahora deberá cerrar el círculo demostrándolo también en la reproducción.


Hay gente que se queja del paupérrimo resultado de este gran fondo, pero las 13 palomas regresadas en control para mí son auténticas gladiadoras. No hay casualidades en concursos de este kilometraje y con tan bajo porcentaje de recepción.




“Turbina”

Hay una cita en inglés que dice: “The apples don´t fall far from the tree” (Las manzanas no caen lejos del árbol). Y efectivamente esta paloma lo ha demostrado.


Turbina desciende de un macho volado por mí hace 3 años a 535 km. El 08. Ese año tocaba castigarlas por carretera y ese macho hizo 15 entrenamientos de casi 30 km desde mi lugar de trabajo. Todos ellos cronometrados donde se puede observar los días que se topaba con los halcones, y los que la pista estaba limpia. Luego una suelta de 60 km que le costó 8,5 horas hasta llegar al palomar. Y ya luego al camión para los entrenos y concursos regionales. Fue repetido semanalmente a 100, 140, 215 y 240 km. Luego descanso y a 535 km para entrar en el día a las 20.30 horas siendo 27 Regional de fondo. Macho corpulento, dados sus orígenes británicos pero a la vez hueco. Sin peso. Desgraciadamente su buena racha fue cortada por un ataque de peregrino que le dejó tocado el nervio ciático justo una semana antes del enceste para el gran fondo. Como ya había ganado el posadero, decidí guardarlo para reproductor. Y parece ser que acerté.



El “08” (Padre)

El 08 es hijo de las dos palomas comprobadas al reloj de 730 km en el año 2012: Wiggins y Arra. Hijos directos de palomas inglesas que dejaron su huella en tierra hostil.



Wiggins (Abuelo Paterno)



Arra (Abuela Paterna)


Por parte materna, la madre es una super paloma del palomar de Luis Sánchez (Haciendo historia). Una de las heroínas del Lebrija´09 que lo auparon al subcampeonato regional absoluto.


La Picuda es una hembra rodada que en 6 semanas fue 4ª Reg de 450 km, 6ª Reg de 630 km y 9ª Reg de 730 km. A su vez desciende de un macho de líneas holandesas volado de gran fondo al reloj, aparejado con una morita pura preciosa: la 300. Ese cruce fue una auténtica mina de oro pues dos hermanos de La Picuda fueron controlados de gran fondo al reloj en los años 2010 y 2011 sin tanta dedicación por parte de Luis como en la campaña estelar del 2009.



La Picuda (Madre)




La 300 (Abuela Materna)


Como podéis comprobar, las fotos adolecen de carácter comercial. Sólo pretenden evidenciar el tipo de paloma que queda aquí. Los chispazos de las inglesas en forma de Wiggins y Arra, así como el 08, son palomas medianas, pero más fuertes que las palomas de Luis. Especialmente La 300 es minúscula en la mano y vivaracha de expresión. Morfologicamente sería mi paloma soñada. A pesar de que no fue seleccionada en el Oriente, pues sus progenitores proceden del palomar del Truébano, esta Morita fue en mi opinión la mejor reproductora del palomar de Luis. Hembra superior sin duda.


Quiero terminar expresando desde aquí mi gratitud a Luis por su generosidad en compartir buena sangre. No es para nada habitual en este mundillo en el que escasean ciertos valores. Gente pura como él engrandecen este deporte. 

Además, si de algo me siento orgulloso este año más allá de la paloma en sí, es de haber conseguido que Luis vuelva a competir en 2018.


Yo desde aquí le deseo el mejor de los retornos.


¡Nos vemos en el aire!
palomarmofrechu@yahoo.es