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Colombófilo a pesar de todo




Ribadesella: playa de los Picos de Europa

Mi nombre es Sergio y vivo en Ribadesella: pequeña villa costera situada en el oriente asturiano entre las imponentes montañas de los Picos de Europa y el siempre bravo Mar Cantábrico. 

Ambos enclaves conforman un entorno idílico para el visitante o turista que nunca se va defraudado de estas tierras. Pero en la misma medida, suponen un hándicap para el regreso de nuestras mensajeras.

Para quién no conozca el “Paraiso Natural” -como acuña el eslogan de nuestra región- diré que Asturias es una región de por sí muy difícil para poder disfrutar de las palomas por su agreste orografía salpicada de montañas y valles por doquier. Desde los acantilados, hasta los riscos; desde los frondosos bosques hasta el mar abierto. Todo es terreno desfavorable para el retorno de nuestras valientes mensajeras. El clima tampoco acompaña: con una pluviometría anual altísima, especialmente en los meses primaverales (pretemporada e inicios de la campaña), convierte el regreso de las palomas en una verdadera carrera de obstáculos, al que se une el hecho de que los escasos pasos más bajos de la Cordillera Cantábrica se encuentran tapados por la niebla que dificulta la visibilidad y por ende la orientación de las palomas. 

Por todo lo anteriormente expuesto, la supervivencia es la principal cualidad a seleccionar en este ambiente hostil para la práctica colombófila. Aquí no sirven palomas rápidas; no sirven sistemas de motivación, ni tampoco productos milagrosos. Lo único que puede hacernos disfrutar es el crack que todos anhelamos anillar algún día. Ese que constituirá la base del palomar. Es aquí donde la suerte juega un papel importante por mucho que yo denoste esa palabra. Un buen colombófilo dijo en su día: “En Asturias no sirven las buenas palomas; tampoco las muy buenas; sólo triunfarán las extraordinarias”. 

En el oriente de Asturias, no “solo” necesitan ser extraordinarias; han de ser ÚNICAS. Piezas de coleccionista. Palomas que merecen ser disecadas en su ocaso como tributo a sus hazañas. La sensación de recibir una paloma desde más de 500 km en esta parte de Asturias es algo que sigo sin poder describir con palabras todas y cada una de las veces que lo he experimentado.

Pero dejando de lado los sentimientos, me centraré en terminar de describir el entorno que a diario sobrevuelan mis palomas. La conocida Cordillera Cantábrica que franquea de oeste a este nuestra “alargada” región (205 km entre los límites con Galicia y Cantabria) es el lastre donde año tras año se esfuman las ilusiones de decenas de aficionados. Las cosas se complican más si cabe al aproximarse hacia el este/oriente donde dos cordilleras paralelas y muy cercanas al mar: la Reserva Natural Protegida de la Sierra del Sueve al oeste y la Sierra del Cuera al este de mi palomar respectivamente, impiden el paso de las palomas directamente desde el sur al encontrarse primero los Picos de Europa: un macizo formado por las montañas más altas de la Cordillera Cantábrica ubicadas en el oriente de Asturias y occidente de Cantabria con alturas que oscilan entre los 2000 y 2500 m, más las 2 formaciones montañosas costeras citadas anteriormente con alturas que superan los 1000 metros. A todo esto hay que añadir nuestra situación apartada del núcleo colombófilo del centro-occidente asturiano y el bajo número de palomares y por tanto efectivos enviados lo cual hace el retorno en solitario el pan nuestro de cada suelta, desde las “velocidades” hasta los fondos. 

Finalmente y como colofón a este alto grado de masoquismo, hemos de añadir la proliferación masiva de aves rapaces: halcón en altura y azor en espesura. Sobre este último punto me centraré a continuación pues mi actual planteamiento de la colombofilia, se basa en la adaptación a un escenario donde el guionista son los depredadores y los actores mis palomas. 
Cientos de halcones habitan los acantilados asturianos y cientos de azores viven en la frondosidad de los bosques que rodean nuestros palomares. Muchos lo llaman disculpa; yo lo llamo REALIDAD. Sin ellos, todo lo anteriormente expuesto sería algo anecdótico y supondría un número de bajas anuales superiores a otros terrenos y climas más favorables pero aceptables en términos generales. Nuestras palomas tendrían que recorrer más kilómetros al necesitar bordear los sistemas montañosos o toparse con nieblas/lluvias en el camino de regreso. Las horas de comprobación se retrasarían en relación a las mismas distancias en otros terrenos menos escarpados, pero seguro que muchas más ¡llegarían!. 




Halcón Peregrino: depredador en altura.





Azor: depredador en espesura.
 
Estos depredadores de técnica depurada, además de matar palomas, destruyen ilusiones, provocan el abandono de aficionados y siembran el desánimo en el colectivo colombófilo actual. Y es que la presión rapaz se ha endurecido en la última década convirtiendo el soltar palomas simplemente para entrenarlas alrededor del palomar en una tensión continua tanto para la paloma, como para el colombófilo. Un entrenamiento corto puede tornarse en una prueba de supervivencia donde avanzar unos pocos kilómetros en la dirección adecuada es todo un logro. Y es que una parte de nuestro proceso selectivo lleva implícito ese temple necesario para en su vuelo de retorno a casa, saber refugiarse; saber esperar y volver a reanudar el vuelo cruzando los dedos para poder llegar. Es por ello que cada día que pasa creo con más firmeza en la fórmula de: paloma sana + paloma feliz en su palomar = paloma en forma tanto física como mentalmente para afrontar una suelta. Y desecho la clásica de: entrenamiento/músculo + sistema de motivación = premio. Creo que esta última aquí no sirve. Aunque reconozco que el músculo les da valor para los primeros envites de las rapaces, a corto o medio plazo el desgaste mental supera a toda musculatura desarrollada con anterioridad. El éxito está en descubrir ese equilibrio entre fuerza física y mental. 

Sé que el 95% de los colombófilos no comparte esta reflexión, pero cada día que pasa estoy más convencido de que es ése el sistema que mejor se adapta a esta zona para crear una familia de palomas maratonianas. Y como digo siempre: para opinar con fundamento, hay que padecerlo.
Si uno busca ganar, quizás sirva el criar 200 pichones todos los años, volarlos con bandera y repetirlos concurso tras concurso hasta perderlos o dejar al "fenómeno del año", que al año siguiente se perderá a las primeras de cambio por haber sido sobreexplotado como yearling. Así jamás se creará un palomar de palomas gran fondistas en un área tan dura como la que nos rodea. 

Quizás mis ojos nunca lleguen a ver ese sueño hecho realidad, pero con ese objetivo en mente trabajo mis palomas. 

Tras esta puesta en situación, pasaré a exponer mis puntos de vista, opiniones e ideas varias que me han ido surgiendo a lo largo del tiempo y no quiero dejar de compartir con todos aquellos que lean este blog. 

¡Nos vemos en el aire!
palomarmofrechu@yahoo.es